Lamento decirte que, al finalizar este artículo, te iras
como llegaste, sin una definición conceptual de que es la filosofía. Y es que
simplemente no la hay, y si te diera un concepto fijo e inamovible de la misma
te estaría mintiendo; la humanidad lleva más de 2000 mil años intentando
definirla, y la misma se resiste, pero este problema intelectual tiene un punto
cuasi romántico y/o poético, la filosofía está aquí para “derribar” todos los
pilares y reglas civiles que encuentre, por lo tanto, querer encasillarla con
un lenguaje, con una forma académica, hacerla asequible a los poderes que desbasta,
hacer su concepto imprimible, almacenable y encasillable para dejarla quieta y estática
por siempre, sería una pena.
Como dije, no hay una única e inamovible definición, pero sí
que hay conceptos cercanos y válidos sobre que significa, o que es la
filosofía, y al menos de esta manera, cuando terminé este artículo tendrás una
idea la misma, pero lo importante es que tu encuentres tu propio significado
sobre que es la filosofía.
Me he encontrado con muchísimos artículos que intentan
explicar que es la filosofía, hay tantos artículos como filósofos que también
se abocaron a esta tarea con empeño y capacidades intelectuales impresionantes,
y aquí yo, a riesgo de cometer un atrevimiento, haré mi aporte a tan extensa
confusión e intentaré dar mi opinión sobre que es la filosofía.
El problema comienza ya en los propios orígenes de la filosofía,
ya que la palabra misma es una extrañeza y no tiene traducción, no existe
traducción conceptual de la misma y por lo tanto su significado se presta a la
diversidad de opiniones que existen. Pero esto no pone a los griegos un
pedestal más arriba que el resto, debido a que ellos fueron quienes le dieron
origen a esta palabra, porque incluso los propios filósofos de aquella época “gloriosa”
de Atenas tuvieron grandes dificultades para darle un significado.
Cicerón, el hombre más ilustrado en filosofía si se quiere
que le dio Roma al mundo, tampoco pudo traducir la palabra, sino que le dio su
propio significado, el cual es: “cultura del alma”, es decir que, cultura, era
la forma que tenían de entender la filosofía.
Hay una frase que me gusta mucho y que mi memoria se empeña
en fallar al intentar recordar quien fue su autor o donde es que la vi y
aprendí la misma. Esta frase es especial para esta ocasión, y para empezar a
acercarnos hacia una definición, la misma (con probabilidad de que la haya
modificado inconscientemente) es:
“El anarquista más peligroso para el sistema es un niño en
la playa jugando con piedras, porque si el niño descubre que la vida no es más
que eso, no necesitará jamás a la ciudad y sus instituciones”.
APOYANDONOS EN FILOSOFOS
Jean-Paul Sartre: “Si la filosofía tiene que ser al mismo
tiempo totalización del saber, método, idea reguladora, arma ofensiva y
comunidad de lenguaje; si esta ‘visión del mundo’ es también un instrumento que
está en actividad en las sociedades apolilladas, si esta concepción singular de
un hombre o de un grupo de hombres se convierte en la cultura y a veces en la
naturaleza de toda una clase, bien claro, resulta que las épocas de creación
filosófica son raras”.
Renato Descartes: “Esta palabra filosofía, significa el
estudio de la sabiduría, y por sabiduría se entiende no sólo la prudencia de
acción, sino también un conocimiento perfecto de todas las cosas que el hombre
puede conocer, tanto para orientar la conducta de su vida y conservar su salud
como para la invención de todas las artes”.
Victoria Camps: “El papel de la filosofía y de los filósofos
en la sociedad de hoy es ayudar a hacer preguntas, plantear correctamente los
problemas, dar razones de las elecciones que hay que tomar. En pocas palabras,
ayudar a pensar”.
Darío Sztajnszrajber: “La filosofía como amor al saber es
más amor que saber. O en todo caso es un amor que rompe todo contrato, acuerdo,
ley. Todas figuras de un orden que se presenta como natural, normalizando una
realidad que por infinita no puede tener centro, ni alambradas conceptuales, ni
administración. No se puede administrar el deseo, o deja de ser deseo para ser
aquello que creemos que es deseo y por ello suponemos que tiene resolución.
Pero la filosofía no resuelve problemas, los crea. No formula preguntas para
encontrar sus respuestas, sino que parte de las respuestas instituidas para
desmontarlas con su batería de preguntas. En especial con su pregunta
predilecta: ¿por qué? La pregunta infantil, la pregunta sin sentido. La
pregunta por el porqué del porqué del porqué, y así al infinito para
resquebrajar la idea de un orden de lo real, para resquebrajar”.
Viendo estas reflexiones sobre ¿qué es la filosofía? Podría ser
suficiente, pero intentemos acercarnos más aún al concepto y/o pseudoconcepto.
Bien se puede pensar que la filosofía es un esfuerzo por encontrar respuestas,
pero poder responder, es tan difícil como preguntar, aunque sí que podemos entender
la filosofía como el planteamiento de preguntas extraídas de un raciocinio puro
y por lo tanto la obtención de conclusiones personalísimas a las que llegamos a
modo de respuestas. También sería correcto entender la filosofía como el
ejercicio causante del “debilitamiento” y “descreimiento” de conclusiones
convencionales brindadas por las fuentes de poder tradicionales.
Desde mi punto de vista, la filosofía es enojarse, enojarse
y enfurecerse por completo, al menos al principio, debido a que el fin es poner
en duda todas nuestras convicciones y todos nuestros pilares, si no logramos
eso, seguramente estamos siendo más sentimentales que razonables. Es decir, la
filosofía es un malestar constante, un replanteamiento constante de todo lo
establecido.
La real academia española da, de forma arriesgada, la
siguiente definición: “Conjunto de saberes que busca establecer, de manera
racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento
de la realidad, así como el sentido del obrar humano”.
Hemos visto ya demasiadas formas de acercarnos a la
respuesta de la pregunta ¿Qué es la filosofía? Pero para terminar veamos una
reflexión más, de Foucault: “Hay momentos en la vida en los que la cuestión de
saber si se puede pensar distinto de cómo se piensa y percibir distinto de cómo
se percibe, para seguir contemplando o reflexionando. ¿Qué es la filosofía hoy
si no el trabajo crítico del pensamiento sobre sí mismo? ¿Y si no consiste en
vez de legitimar lo que ya se sabe, en emprender el saber cómo y hasta donde sería
posible saber distinto?”.
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