En el impresionante e imparable camino en el que te embarcas al leer “Espejos. Una historia casi universal” de la autoría del grandioso Eduardo Galeano, me encontré el siguiente párrafo:
El Bosco.
Un condenado caga monedas de oro.
Otro cuelga de una llave inmensa.
El cuchillo tiene orejas.
El arpa ejecuta al músico.
El fuego hiela.
El cerdo viste toca de monja.
En el huevo, habita la muerte.
Las máquinas manejan a la gente.
Cada cual en lo suyo.
Cada loco con su tema.
Nadie se encuentra con nadie.
Todos corren hacia ninguna parte.
No tienen nada en común, salvo el miedo mutuo.
– hace cinco siglos, Hieronymus Bosch pintó la globalización – comenta John Berger.
En el párrafo anterior, Galeano describe su visión sobre la pintura para
finalmente citar a John Berger (de quien hablaré en otro artículo), y
hacer un resumen sobre el punto de vista de este último, pero en
realidad, lo que Berger dijo sobre la “El jardín de las delicias” fue
mucho más extenso y descriptivo, aunque a pesar de esto Galeano da en el
clavo al interpretar su crítica. Aquí debajo te dejo el cuadro pintado
por Hieronymus Bosch y la crítica de Berger sobre el mismo:
“Es un espacio sin horizonte. Tampoco hay continuidad entre las acciones, ni pausas, ni senderos, ni pautas, ni pasado ni futuro. Solo vemos el clamor de un presente desigual y fragmentario. Está lleno de sorpresas y sensaciones, pero no aparecen por ningún lado las consecuencias o los resultados de las mismas. Nada fluye libremente; solo hay interrupciones. Lo que vemos es una especie de delirio espacial. Comparemos este espacio con lo que se ve, por lo general, en los anuncios, en los telediarios o en muchos de los reportajes realizados en los diferentes medios de comunicación. Nos encontramos ante una incoherencia similar, una infinidad similar de emociones inconexas, un frenesí similar. Lo que profetizó El Bosco es la imagen del mundo que hoy nos transmiten los medios de comunicación, bajo el impacto de la globalización y su malvada necesidad de vender incesantemente. La profecía de El Bosco y esta imagen del mundo parecen un rompecabezas cuyas piezas no encajarán nunca… Todas las figuras intentan sobrevivir concentrándose en sus necesidades más inmediatas, en su supervivencia. En su grado más extremo, la claustrofobia no está causada por el exceso de gente, sino por la discontinuidad entre una acción y la siguiente, la cual, sin embargo, está casi al alcance de la mano. Eso es el Infierno”.
Pero, ¿A qué viene todo esto?
Es la forma de decirte que hoy hablaré sobre Hieronymus Bosch, conocido como “El Bosco” si usamos castellano a secas.
En realidad, Hieronymus Bosch nació llamándose Jeroen
Anthonissen Van Aken y los historiadores interpretan que poco a poco comenzó a
firmar sus obras como Bosch, el nombre con el que se lo conoce mundialmente deriva
de su lugar de nacimiento ‘Hertogenbosch’ que comúnmente se llama ‘Den Bosch’.
Nadie sabe con exactitud la fecha de su nacimiento,
quizás en el 1400, 1420 o porque no en 1460, e igual de poco se conoce sobre su
vida y entrenamiento como pintor. El Bosco no dejo cartas ni diarios
personales, y los pocos archivos “oficiales” que atestiguan su existencia (más allá
de su obra) son las breves referencias a él en los registros municipales de ‘Hertogenbosch’
y en los libros de cuentas de la orden local de la hermandad de Nuestra Señora.
Tampoco –lamentablemente- se conoce nada sobre su personalidad, reflexiones o
pensamientos en referencia a sus pinturas, es como muchas de sus pinturas, un
enigma.
El Bosco nació y vivió toda su vida en su
ciudad natal, capital de la provincia holandesa de Brabante. Su destino
parecía marcado por sus generaciones anteriores, las cuales fueron todas
de pintores, su abuelo, Jan Van Aken (fallecido en 1454), fue pintor y
su nombre aparece por primera vez en los registros en el año 1430. Se
sabe que Jan tuvo cinco hijos, de los cuales cuatro resultaron pintores.
El padre del Bosco, Anthonius Van Aken (fallecido en 1478) actuó como
asesor artístico de la hermandad de nuestra señora. Una de las
suposiciones es que su padre o uno de sus tíos fueron los que enseñaron
al artista a pintar. La primera vez que El Bosco aparece en el registro
municipal fue en 1474 cuando lo nombran junto con dos hermanos y una
hermana. El artista muere finalmente en 1516 como lo indican los
registros de la Hermandad de Nuestra Señora. Una misa funeraria servida
en su memoria se celebró en la iglesia de San Juan el 9 de agosto de ese
año.
Su arte.
El Bosco produjo varios cuadros trípticos, uno de sus más famosas obras
es ‘El jardín de las delicias’ mencionado al principio de este artículo.
Esta pintura representa el paraíso con Adán y Eva y muchos animales
maravillosos en el panel izquierdo, las delicias del mundo con numerosas
figuras desnudas y tremendas frutas y pájaros en el panel central, y el
infierno con representaciones de castigos fantásticos de los diversos
tipos de pecadores en el panel derecho. Cuando esta obra se cierra, se
puede ver pintado en grillaille a Dios creando la tierra. Algo
particular con las pinturas de Él Bosco es que las mismas tienen una
superficie rugosa, lo cual contrasta con el estilo tradicional flamenco
de las pinturas en donde la superficie lisa intenta ocultar el hecho de
que la pintura está hecha por la mano del hombre. Bosco nunca salió con
sus pinturas y puede haber firmado solo algunas de ellas (hay otras
firmas en pinturas que no son suyas). Hoy quedan menos de 25 pinturas
que se le pueden atribuir, el rey Felipe II de España adquirió muchas de
las obras de el Bosco después de la muerte del artista, es por eso que
muchas de sus obras las posee el museo Prado en Madrid, incluyendo El
Jardín de las delicias.
Interpretación de su arte.
En los siglos anteriores, a menudo se
creía que el arte de el Bosco se hallaba inspirado en herejías
medievales y prácticas oscuras; otros pensaron que su obra simplemente
fue creada para estimular y divertir. Si bien el arte de los maestros
de mayor edad se basaba en el mundo físico de la experiencia cotidiana,
el Bosco confrontaba a su espectador con, en palabras del historiador
Walter Gibson, “un mundo de sueños y pesadillas en el que las formas
parecen parpadear y cambiar ante nuestros ojos”. En el primer relato
conocido de las pinturas de Bosco, en 1560 el español Felipe de Guevara
escribió que Bosch era considerado simplemente como “el inventor de los
monstruos y las quimeras”. A principios del siglo XVII, el historiador
de arte holandés Karl van Mander describió la obra como “fantasías
maravillosas y extrañas”, sin embargo, concluyo que las pinturas “a
menudo son
menos agradables que horribles de ver”.
En el siglo XX, los académicos han llegado a ver la
visión de Bosco como menos fantástica y han aceptado que su arte refleja los
sistemas de creencias religiosas ortodoxas de su época. Sus representaciones de
la humanidad pecadora, sus concepciones del cielo y el infierno ahora se
consideran coherentes con las de la literatura y los sermones didácticos medievales
tardíos. La mayoría de los escritores atribuyen a sus pinturas un significado más
profundo del que se había supuesto anteriormente e intentan interpretarlo en
términos de moralidad medieval tardía. En general, se acepta que el arte de
Bosco se creo para enseñar verdades morales y espirituales específicas, y que
las imágenes presentadas tienen un significado preciso y premeditado.
Sin embargo, algunos escritores ven a Bosco como un
prototipo surrealista medieval y a menudo se hacen paralelismos con el artista
español del siglo XX Salvador Dalí. Otros escritores intentan interpretar sus
imágenes utilizando el lenguaje de la psicología freudiana. Sin embargo tales
tesis son comúnmente rechazadas, ya que según Gibson “lo que elegimos llamar
libido fue denunciado por la iglesia medieval como pecado original, lo que
vemos como expresión de la mente subconsciente fue para la Edad Media los
impulsos de Dios o del Diablo”.
Como vemos, fue un artista de una técnica exquisita
y una visión e interpretación personal del mundo y la vida aún sin descifrarse.
Espero hayas disfrutado de este artículo, y comenta
si conocías con anterioridad o no a El Bosco.
¡Saludos!
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