Continuando con el análisis de la obra de Lourau (El estado inconsciente), sigo analizando fragmentos:
“La crítica de la división del trabajo ha descuidado con
demasiada facilidad el significado de esa especialidad que es el
profesionalismo político. Entre tantos oficios estúpidos que la moral finge
considerar indispensables o incluso heroicos, a fin de no asustar a las jóvenes
generaciones, el oficio de hombre político tiene el merito de ser uno de los
menos tontos, uno de los más ‘realizadores’. ¿No consiste acaso, no solamente
en ‘ocuparse de los asuntos de los otros’ (encontrarse predispuesto a la
representación, a la ausencia), no solamente en entrar en escena sin cesar, a
fin de probar su función caritativa, sino también en dejar correr agradablemente
el interminable discurso del Estado inconsciente? Superyó que bloque las
mandíbulas de cualquier militante; YO obeso del líder que flota sobre las aguas
aceitosas del poder personal; y gritos ebrios de Ello que chochea sin cesar
acerca de su hiper legitimidad, única reserva y fuerza única de legitimación:
¡ello funcionará! ¡ello funcionará!”
Este párrafo del libro es muy claro con respecto a la
función final de cada hombre o mujer dedicado pura y exclusivamente a la
política, el cual es: todo político o política, será un refuerzo de esa cadena
infinita en la cual se carga de importancia al Estado (como nación, como ente
dominante de todo), y llenará esa importancia de una verdad absoluta a la cual
es un delito atacar o cuestionar, esto es: el mundo no funcionaría sin estado,
el estado esta allí para salvarte, para ayudarte, y una larga lista de
etcéteras.
Para ser más explícito, cada político o política, según el
párrafo citado, es un guardián, pero no un guardián que va a defender al país
de alguna supuesta amenaza, no, sino mas bien un guardián que va a vigilar y va
a sembrar una y otra vez en la cabeza de los individuos la creencia firme de
que el estado es lo más importante. Y también, como mencioné en el post
anterior, va a sembrar sueños, deseos, y todo lo que una persona necesita
alcanzar en su vida.
Resumiendo, un político o política, es un reproductor
infinito de ese inconsciente estatal, de ese poder que a todos nos aplasta y
nos obliga.
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