Con este primer artículo tengo el objetivo de comenzar una serie de análisis sobre la obra mencionada en el título; a modo de micro posts, iré publicando fragmentos claves de la misma y un análisis de los mismos.
Rápido en el libro nos encontramos con reflexiones
interesantes, como la siguiente:
“Ni simples manipuladores ni simples servidores de la
necesidad, los hombres políticos se definen por su capacidad de ‘asociar
libremente’ los temas archirrebatidos de la política instituida, de dejar
hablar al inconsciente natural, que es la forma que toman los deseos, las
censuras, los rechazos en la época (la nuestra) de la hegemonía planetaria del
Estado”.
Aquí Lourau intenta encontrar un “punto de vista” o al menos
un punto de partida sobre como mirar, o entender a los hombres políticos, y en
la primer línea concluye que estos personajes no son manipuladores ni
servidores, y esto debe tomarse no como una absolución a los mismos, sino que,
los hombres políticos son el instrumento del cual el “estado”, ese ente que
esta en la cabeza de todos los ciudadanos, de cual el estado se sirve para
mantenerse vivo.
Da a entender, que las perversiones o “distracciones”
forzadas de las gentes políticas, son inevitables. Porque ese parece ser el fin
de todo estado.
Esta conclusión no es algo anticipada o extremista según
seguimos avanzando en el párrafo citado, cada hombre político va a girar sobre
los mismos temas de siempre, con el objetivo de dejar “hablar al inconsciente
natural”, pero ojo, es ese inconsciente natural el que lleva el estado dentro
de si mismo, esto es, los deseos, las censuras, los rechazos, si bien son temas
individuales, es el estado quien los despierta y quien los controla y moldea
según sea el caso.
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