La falta de trabajo y sus problemas


En esta ocasión hablaré sobre los conflictos que genera en una persona la falta de trabajo, y, sobre todo, la imposibilidad de conseguir uno de forma rápida o, en su defecto, al quedar desempleado, la persona desafortunada tarde años en llegar a conseguir otro, una situación desesperante y cotidiana de nuestro país. 

El sistema está hecho para que uno pueda trabajar y producir, las leyes están hechas con el mismo fin, además claro de proteger fervientemente la propiedad privada. Pero, ¿qué sucede si uno no puede seguir las reglas establecidas del sistema y las leyes?
Al encontrarse una persona con la imposibilidad de trabajar, pareciera que el mismo empieza a convertirse poco a poco en una figura problemática y culpable a ojos ajenos, casi como si comenzará a pesar sobre sí mismo una pena criminal.
Lo que quiero decir con el párrafo anterior, es que, si con el pasar del tiempo no reviertes esta situación, la culpa comienza a ser tuya, es decir: es tu culpa no tener trabajo. Algo estás haciendo de forma defectuosa, o hay algo defectuoso en ti ya que no tienes y no puedes conseguir un nuevo trabajo. En resumen, tu eres el error.

Los problemas familiares

Estamos en una época donde casi todo este creado, en una época en donde cada centímetro de la existencia tiene precio y por lo general un precio exorbitante. Si estudiamos un poco el progreso de las familias, sin irnos demasiado lejos en la historia, tan solo a nuestros abuelos o bisabuelos, veremos un camino de progreso innegable, pero con una verdad ínfima y oculta que hoy es imposible de aplicar.
El concepto de que el trabajo equivale al progreso, ha llegado a nosotros a través de nuestros antepasados, cuando la tierra aún no tenía valor o tenía un valor muy bajo si los comparamos con los precios de nuestro presente, en ese entonces, el valor del esfuerzo al parecer tenía una recompensa, que yo considero estúpida, pero recompensa en fin, ese es el ejemplo y la excusa de los defensores del sistema laboral del presente.
Aquí es donde nace el punto de conflicto entre los familiares que tienen la suerte de conseguir un trabajo y los que no. Aquellos que se encuentran cubriendo un puesto laboral ven a quien no está en esta posición como una carga para ellos, y en un momento, con el correr del tiempo y sin que la situación del desempleado mejore, llegará el momento de que el “trabajador” le “explique” como es la vida.
En esta situación en la cual tiene mucho que ver el concepto de consumo, de progreso y también, de manera protagonista, el egoísmo y la ausencia de empatía, ya que todos estos puntos son condimentos fundamentales; como decía, en esta situación, el familiar “afortunado” crea un reproche, él está en una situación jerárquica de poder y lo utiliza para atacar, retar y corregir si se quiere, al culpable a ojos suyos y cada vez más, a ojos de la sociedad.

¿Y por qué nace este conflicto?

Parece que aquellos que no contamos con la suerte “de trabajar” por más que intentemos por todos los medios volver a ser parte de la “cadena de la fortuna”, es decir, una gran mayoría hoy en día, es por nuestra culpa. Al menos así lo ven los afortunados, que a diario denigran, hieren y van alejando con sus críticas y sus descargas de bronca a la persona desempleada de la posibilidad de volver a reinsertarse en este mundo donde el castigo por no producir, en última instancia, es la muerte misma.
Lo que quiero decir es que, familiares, amigos y desconocidos incluso, ayudaran, si, al principio hasta que poco a poco, los parámetros y las ideas implantadas de forma implícita por el consumo, el progreso y el sector productivo, hasta que estas ideas germinadas en cada cabeza productiva, nos vea y nos convierta, sin freno y sin culpa alguna, en culpables, en parias, en vagos, en mantenidos. Repito, todos ayudarán, hasta que nos convirtamos en culpables, aunque no cometamos ningún crimen, seremos culpable entonces de: mala suerte.

Los problemas en el individuo desempleado.

Nietzsche dijo una vez: “la esperanza es el peor de todos los males, pues alarga el tormento”. Y aunque es una frase algo extrema, contiene a su vez algo de verdad. Cuando uno se encuentra en la situación de desempleo, tiende a pensar que va a poder resolver su situación, ya que, en teoría, no depende de nadie más que él mismo para encontrarle una solución al problema. Sin embargo, con el pasar de los días el teléfono no suena y empieza a sospechar que, la suerte es el único argumento válido; la suerte de conocer a alguien que pueda acomodarlo en un puesto, la suerte de tener contactos que lo recomienden, la suerte de que la familia o un amigo tenga una empresa o emprendimiento exitoso y pueda incluirlo a él en un puesto de trabajo.
Y sumándose a la situación de chocar con cuanta puerta de posibilidad se cierra, tiene que sobrellevar una carga psicológica muy grande, la de “no saber vivir”. La de ir perdiendo familiares, amigos y conocidos, y es que, nadie podrá ayudar al desempleado. Es irónico que todos nos consideremos “humanos” teniendo en cuenta nuestro egoísmo.






Publicar un comentario

0 Comentarios