¿Quién fue él General Lonardi?

Ayer he terminado de leer un libro que un amigo me había prestado, el mismo se titula “Perón, el fetiche de las masas” y aunque pienso escribir mi opinión acerca del mismo me encontré en su recorrido con distintos personajes históricos que por cuestiones de conveniencia contemporánea y futura se encuentran sepultados en el olvido o en su efecto demonizados gracias a las clásicas mentiras históricas de nuestro país.

Uno de estos personajes que me dejaron una impresión profunda por su impresionante gallardía y convencimiento inquebrantable fue él teniente general Eduardo Lonardi, así que me tome la tarea de buscar mas información acerca del mismo ya que el libro citado arriba no termina de cerrar la personalidad de Lonardi. Aquí intentare reflejar quien fue este general dejando de lado las sospechosas pasiones peronistas y sus ramificaciones de fanáticos sin autocrítica alguna.

Nacimiento y primeros años de militar.


Nació el 15 de septiembre del año 1896 en Buenos Aires; en Córdoba se desempeño como Director de la Escuela de Artillería y años mas tarde reemplazó en Chile en el año 1942 en papel de agregado militar a un tal J. D. Perón (que luego combatiría), en aquel año, envuelto en un caso de espionaje planeado por su antecesor, terminó por quedar detenido en el país vecino.

Revolución libertadora.


Para poder conocer a Lonardi (y de hecho de la forma en que conocí su nombre) hay que hablar sobre la revolución libertadora, y el papel decisivo del mencionado general en la misma.
En principio, en un clima de tensión insoportable y creciente por parte de la sociedad y de un gobierno impune, el 11 de Junio, día de la celebración del “Corpus Christi”, decenas de miles de militantes y dirigentes del radicalismo, el socialismo y el partido demócrata progresista sumado también a otros tantos miles de militantes católicos y ciudadanos que no soportaban mas la asfixia y el accionar del peronismo y su aparato represivo montado a lo largo de todo el territorio nacional, marcharon a la catedral de Buenos Aires en el primer movimiento popular contrario al oficialismo luego de diez años de ejercer el poder, semejante movilización por supuesto no fue aprobada por el gobierno, de hecho, la iglesia le solicito al mismo la autorización de mover el día de congregación al sábado (mencionado 11 de junio) siguiente ya que dicha fecha caía el jueves anterior al día 11 del mes, pero tal pedido fue rechazado y la iglesia haciendo caso omiso a esta prohibición de cambio de día decidió convocar igual para el sábado, valga la redundancia, ya mencionado.
Cinco días después de la marcha fue cuando se realizo el bombardeo a la casa rosada con el objetivo único de matar a Perón, imagínese la violencia ejercida por el peronismo para que no solo parte de las fuerzas armadas se sublevaran, sino también un buen numero de civiles opositores al régimen, como ya se conoce la historia Perón sobrevivió gracias servicios que le informaron con suficiente tiempo anticipatorio como para que tan cobarde jefe puede refugiarse en los sótanos del ministerio de guerra en medio de un ataque de pánico que hizo delegar la responsabilidad del contra-ataque hacia los rebeldes en manos de Franklin Lucero, ministro de ejercito, Márquez, en el libro mencionado al principio del post opina que si Perón y todos sus secuaces sabían del ataque con varias horas de anticipación, porque no mandaron a evacuar a los civiles de casa rosada y a todos los civiles y transeúntes de las calles aledañas, ya que de hecho las mismas no fueron cortadas al transito a pesar de la información de un ataque inminente, generando de esta manera decenas de víctimas inocentes, entonces ¿porque Perón no evacuo? no me digan que tan bondadoso general pretendía usar los muertos como política, gran patriota por lo visto.
Al pasar unos días del ataque a casa rosada, y de desvanecerse el shock de Perón, él mismo, aumenta la presión social con la tan desafortunada frase: “¡Cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos!”.
El líder de la CGT incitaba a Perón a armar milicias ante el peligro de un nuevo sublevamiento, y Perón a esto respondía “es fácil entregar armas a los sindicatos: lo difícil es quitárselas después”.
Es difícil en nuestros tiempos, y en este actual 2018 poder imaginarse lo caldeado que estaban los días de aquel año 1955, una forma de ayudar a la imaginación es el siguiente panfleto de M. Amadeo quien era un dirigente nacionalista católico el cual en los primeros tiempos del peronismo apoyo el movimiento pero por entonces era un firme opositor, el panfleto rezaba lo siguiente:
“Pero cuando un gobierno como el actual, no solamente hace tabla rasa de toda ley escrita, sino que pisotea los más elementales derechos humanos; ofende a la religión, a sus ministros y a sus templos; encumbra a ladrones y encarcela a la gente honrada; intenta enajenar al extranjero el patrimonio nacional; incita a las turbas a la destrucción y al crimen; convierte, en fin, al estado en enemigo de la comunidad; cuando un gobierno hace todo eso, los militares que los apoyan no ‘se entregan a la causa del orden’, ‘ni respaldan la ley’. Porque los militares, huelga decirlo, son también ciudadanos y son también hombres, y como hombres tienen la obligación natural (aunque no esta escrita en ningún código ni figura en ningún ‘decálogo’) de procurar que la vida privada y pública de su país se desenvuelva en condiciones mínimas de decencia y dignidad. En esta lucha, que para nosotros apenas comienza, todavía no es tarde para que el ejército, nuestro noble ejército, escriba una de sus grandes paginas devolviendo a la Nación Argentina su honra y su libertad. El país aguarda su decisión con angustiadas esperanzas”, semejante panfleto fue impreso millones de veces.

El sublevamiento en si.


La unidad naval militar, lista para rebelarse “apuran” al Gral. Aramburu a levantarse en armas antes del 17 de septiembre, pero Aramburu creía que aún no estaban dadas las condiciones y ante este auto-apartamiento fue Lonardi el que se animo a encabezar la rebelión a pesar de sus 59 años y una enfermedad que lo consumía.
Isidoro Ruíz Moreno describe la desalentadora situación de los revolucionarios: “el cuadro de situación distaba de ofrecer un panorama promisorio, porque apenas podía contarse con cierta certeza de algunos efectivos en Córdoba y en Curuzú Cuatiá, ya que el ejercito de Cuyo y la división de caballería en Entre Ríos estaban bajo comandos leales a las autoridades. Ningún resultado favorable había arrojado la indagación conspiradora entre las unidades de la Provincia de Buenos Aires, salvo comprobar la voluntad de plegarse de algunos oficiales aislados. La Marina se mostraba mas compacta, y la Fuerza Aérea era una incógnita, aunque sus elementos jóvenes podían considerarse favorables al levantamiento”.
Finalmente todo tomo su curso, Lonardi viajo el miércoles 14 a Córdoba en un autobús que él mismo tomo en la estación de plaza Once, con su uniforme militar en un bolso de mano, y una semana después regreso como presidente de la Nación Argentina, y para lograr tal objetivo debió combatir ferozmente contra 20 mil militares leales contando el solo con 4 mil, superado en numero 5 a 1. Fue tan heroica y dramática la situación de resistencia en Córdoba que Lonardi, consciente de la precariedad de su situación y sin poder ver cuanto mas podría resistir le dijo al coronel Arturo Ossorio Arana las siguientes palabras: “Bueno, Ossorio, creo que hemos perdido. Pero no nos rendiremos. Vamos a morir aquí”.
Cuando el conflicto armado termina, Perón logra huir con la mas notable cobardía hacia el Paraguay, huye no porque eran los sublevados quienes querían su cabeza ya que fueron sus contrincantes quienes aseguraron la escolta del derrocado hacia Paraguay, huye porque la ciudadanía lo quería matar.

Asume la junta militar alias “Revolución Libertadora”, la misma contó con dos lineas políticas muy claras, Lonardi acompañado por nacionalistas católicos, buscaron la conciliación con sectores políticos y sindicales del peronismo con la clara condición de que se distancien de la figura de Perón.
La otra linea política, a cargo del vicepresidente y almirante Isaac Rojas propone una visión mas dura y negativa contra y del peronismo, afirmando que este desvío al país de su tradicional linea histórica liberal democrática, e instaló en su lugar una tiranía fascista sostenida mediante la manipulación y el engaño del movimiento obrero.
A fin de generar canales de dialogo con sectores sindicales, Lonardi decide no intervenir la CGT y designa al laborista Luis Cerruti Costa, quien era el asesor legal de varios sindicatos peronistas.

Luego el sector duro de la junta militar crea el Consejo Militar Revolucionario, acción que implico la disposición de renuncia por parte del socialista Alfredo Palacios quien estaba en contra de la misma; y luego de un golpe militar interno suceden en el poder finalmente a Lonardi y asume el Gral. Aramburu, si, el mismo que no se animo a realizar el levantamiento.

Desde mi punto de vista, el cambio de Lonardi por Aramburu genero otra debacle social y económica en el país, Lonardi contaba con una ética y moral superior y totalmente ausente en la casta política de la historia Argentina. Finalmente muere el 22 de Marzo de 1956 en Buenos Aires.

Aclaro que este articulo no es para apoyar una postura pro-militar o pro-golpista, ya que profundamente me encuentro en contra de cualquier tipo de acción y decoro militar, pero lo que llama mi curiosidad y despierta si se quiere mi admiración, es ese factor psicológico / filosófico que lleva a un hombre a levantarse contra todo un sistema impuesto, incluso al precio de su propia vida, me parece que tal accionar por si solo es una faceta digna de respeto al menos.

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