Es la hora del crepúsculo, cuando uno va con la mierda al cuello, o sea triste y vacío y sin ambiciones y sin saber que hará de su vida. El único remedio posible sería tenerlos cerca a esos dos. Hablo de Silvaninha y Bebeto, que siempre aportaba su magia, pues los salvaba la música.
Fragmento de Setembrada, por Belgrano Rawson.
0 Comentarios